Radio Nacional de España




sábado, 31 de marzo de 2007

Libro de estilo

Guía para los medios de comunicación digitales
Posted by Pedro de Alzaga at 03:03 PM.

Los periódicos desaparecerán en diez [quince, veinte...] años". Afirmaciones de este tipo, tan categóricas, han sido escuchadas decenas de veces en boca de los grandes gurúes de la prensa internacional, sobre todo desde la aparición de Internet.

Yo no soy gurú, ni mucho menos adivino, pero puesto en el brete de hacer una predicción, supongo que soltaría una perogrullada tal que así: "El papel desaparecerá cuando haya una tecnología mejor para servir como soporte de la información escrita". O para ser más concreto, cuando los lectores prefieran usar esta tecnología futura, en lugar del papel. Atreverse a afirmar que esto sucederá dentro de diez, quince o veinte años me parece una absoluta temeridad, teniendo en cuenta la velocidad a la que cambia el mundo tecnológico y los intereses que influyen en él.


En cualquier caso, dar carpetazo a la imprenta parece sencillo, pero no lo es. El papel es una tecnología milenaria que ha conseguido formar parte de la cultura universal gracias a una versatilidad y una eficacia notables. El texto impreso tiene una resolución muy alta y es agradable para nuestros ojos. Además, un periódico se puede doblar, mojar (un poco) y es barato, así que no supone una tragedia dejarlo olvidado en el vagón de metro. Por si fuera poco, puede servir para envolver el pescado de mañana, para colgar al lado del retrete o para forrar el suelo de la jaula del periquito. Todo, por el precio de un diario. ¿Quién da mas?



Es cierto que no todo son ventajas, pues el papel supone la desaparición de árboles, dispone de un espacio limitado para mostrar información -en sólo dos dimensiones- y su precio en el mercado a gran escala es la excusa preferida por los editores para reducir las ediciones o despedir a redactores. Pero aun así, parece sensato pensar que la tecnología que certifique su defunción tendrá que ser, como mínimo, tan buena como ese viejo pergamino que a veces nos ensucia las manos de tinta.

Caníbales digitales
De momento, hay tres dispositivos que están complicando las cifras de difusión de los periódicos: el ordenador, la agenda electrónica (PDA, en sus siglas inglesas) y el teléfono móvil. En lo que respecta a estos últimos, su diminuta pantalla les impide mostrar poco más que el titular de una noticia o, en el caso de los móviles multimedia, varios titulares y algunos elementos audiovisuales. Esta limitación los hace más aptos para recibir un aviso urgente que el reportaje de análisis de una cabecera, así que no son de momento un problema excesivamente importante para los editores y sí una incipiente fuente de ingresos.

Por su parte, los periódicos han podido constatar en los últimos años que uno de los colectivos más hambriento de noticias es el de los usuarios de agendas electrónicas que, en cada vez más número, conectan con la Red a primera hora de la mañana para descargar la prensa del día. Cuando acaban de ducharse, descubren que su agenda contiene al menos tres ediciones completas de las principales cabeceras, que pueden leer en el metro, de camino al trabajo (¡Nada más y nada menos que tres periódicos en la palma de la mano!).

Según los expertos, el móvil y la PDA van camino de convertirse en un solo dispositivo con las ventajas de ambos -ubicuidad para recibir noticias y capacidad de memoria y proceso para almacenarlas y mostrarlas- pero mientras esto sucede, el ordenador sigue siendo el medio favorito por los internautas para acceder a la Red.

El único problema de las computadoras reside precisamente en la tecnología que usan para mostrar la información, pues constituye, simple y llanamente, un soporte nocivo para la salud humana. El monitor de los ordenadores incorpora un haz de electrones que dibuja la pantalla entre 50 y 85 veces por segundo (Herzios). A primera vista, el ojo no es capaz de detectar el apresurado trabajo de este lápiz electrónico y sólo ve una imagen fija, pero nuestro cerebro sí detecta el engaño, y al cabo de unas horas de estar sentados delante de la pantalla, cualquiera puede sentir molestias visuales, jaquecas u otro tipo de desórdenes de salud (supongo que nuestros nietos se reirán mucho cuando les contemos que leíamos las noticias a través de un chorro de radiación dirigido a nuestra cara).

Hay otra tecnología que hasta ahora ha permanecido agazapada en los laboratorios y que promete complicar las cosas a los magnates de las empresas editoras: el papel electrónico. Su desarrollo ha estado marcado por la imitación de las principales características -buenas- del papel, como la flexibilidad y la alta resolución de la palabra impresa, lo que le convierte en una alternativa seria para el periódico de toda la vida al no pretender sustituir una cultura ya establecida sino sólo modificarla.

El uso conjunto del papel electrónico y las redes inalámbricas (conocidas como wireless-fidelity, o wi-fi) promete un futuro de información ubicua y constante, así como una amenaza -en este caso, parece que cierta- para los entrañables pliegos de las imprentas. Pero antes de que el papel electrónico adquiera la madurez tecnológica, podríamos preguntarnos por las consecuencias que esta tecnología tendrá para la prensa y los profesionales que trabajan en ella.

El peso de las palabras
La aparición de la informática en las redacciones supuso el reciclado a fuego de aquellos sectores de la plantilla más ligados a la tecnología papel. Teclistas, linotipistas, correctores y otros tantos profesionales del periódico pasaron de realizar un trabajo especializado a ejecutar tareas tan cualificadas como cargar y mover cajas en los almacenes de las rotativas. Sólo unos pocos, muy pocos, obtuvieron una formación adecuada para adaptarse a la nueva tecnología. Pero el impacto de la tecnología en la sociedad y el supuesto desarrollo que acarrea la forma en que se introduce entre nosotros serán objeto de un artículo posterior. Mientras tanto, hay otros asuntos más abstractos, pero que no conviene dejar de lado, como el valor intrínseco de la palabra impresa.

Dicen que la palabra no escrita se la lleva el viento. La historia de la prensa está repleta de errores, erratas y libelos, más o menos graciosos, más o menos terribles. Todos estos conceptos tendrán que cambiar para adaptarse a un medio eternamente mutante, en el que los unos y ceros tienen un valor tan limitado como el de la energía que los sustenta. Aunque parezca un asunto de orden menor, sospecho que este peso intangible de la palabra escrita será de una importancia vital en la información de mañana.

Tal vez el futuro incorpore en nuestros relojes dispositivos láser capaces de proyectar ante nosotros un eventual holograma informativo. O tal vez la tecnología nos sorprenda con algún sistema orgánico capaz de dibujar en información en el aire, en la corteza de un árbol o en nuestra propia piel. O tal vez veamos sistemas de realidad virtual capaces de transportarnos hasta el escenario de un acontecimiento pasado o presente. Tal vez, tal vez... puestos a predecir, prefiero la ciencia ficción. Mientras tanto, bendito papel.

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sábado, 24 de marzo de 2007

Implantación en España de la modalidad de voto electrónico. El OVE

El Observatorio de Voto Electrónico (OVE) es un organismo formado por profesionales encargados de llevar a cabo las actuaciones necesarias encaminadas a poner en marcha el sistema de votación electrónica en España. Su objetivo: que el voto electrónico tenga validez jurídica y pueda constituir en breve plazo, junto con el presencial y el que se emite por correo, una nueva “forma” de votar.

Fue creado a principios del año 2005 por mandato de la Junta Directiva de la Unidad de Imagen del Instituto de Automática y Fabricación (IAF) de la Universidad de León, una asociación científica con personalidad jurídica propia. Está constituido por tres tipos de Comités, uno Directivo, otro Científico y un último Técnico.

Los sistemas de Votación Electrónica que este observatorio está estudiando para su futura implantación cumplen dos requisitos fundamentales:

1.- respetan la legislación vigente en materia de protección de datos

2.- contienen los mecanismos de seguridad necesarios para evitar los riesgos al máximo.


El OVE puso en marcha una serie de acciones encaminadas, por un lado, a dar a conocer a los ciudadanos el porqué de su creación y en qué sentido se plantean trabajar para conseguir los objetivos que se le han encomendado y por otro, a fomentar la investigación tecnológica de cara a conseguir la máxima seguridad y transparencia respecto de esta forma de votación.

Semestralmente ha venido realizando un informe para la presidencia del Gobierno y otro para la Comunidad de Castilla León en el que les pone al corriente de la situación de los sistemas que desarrolla y las acciones que ha emprendido en el marco de sus funciones.

Experiencia piloto

Tal y como ya comentamos en anteriores Boletines Informativos de Delitosinformaticos.com, el primer ensayo del voto electrónico, el cual carecía de toda validez jurídica, se produjo entre los días 1 y 18 de febrero de 2005 con ocasión del referéndum sobre la constitución europea.

Se realizó en 52 municipios (uno de cada provincia de España) elegidos por su representatividad.

El hecho de que tan sólo el 0,54 % de los dos millones de ciudadanos (el 6% del censo total) que pudieron votar electrónicamente utilizara este novedoso sistema para ejercer su derecho como ciudadanos de la Unión Europea suscitó multitud de opiniones entorno al éxito, garantías, etc…. del sistema en vías de implantación.

Distintas lecturas

Las declaraciones realizadas por Luis Panizo, coordinador del OVE, una vez conocidos estos resultados, consistieron en cuestionar el éxito de esta primera prueba, por razones, no sólo relativas a la escasa participación, sino por considerar que el sistema no demostró ser lo seguro que debiera. Por un lado, entendía que no había quedado lo suficientemente acreditado el que se hubieran respetado los preceptos de la Ley Orgánica de Protección de Datos, lo que a juicio del Sr. Panizo no garantizó la confidencialidad de los participantes. Por otro, entendió que la aplicación utilizada por el Ministerio de Interior y por la empresa Indra, utilizaba algoritmos como el MD-5 cuya fiabilidad está en tela de juicio desde hace tiempo.

Durante todo el periodo de votación (del 1 al 18 de febrero), los miembros del OVE pudieron acceder desde el exterior al menú de votaciones, algo que no debía haber sido posible de haber contado el sistema con las medidas de seguridad adecuadas. En el periodo de transacciones de los votos se pudo acceder a ellos e incluso modificarlos. No quiere decir con esto que se produjeran irregularidades en la práctica, pero sí, desde luego, que el sistema implantado carecía de la seguridad necesaria.

El presidente de la Asociación de Usuarios de Internet, por su parte, consideró que la escasa participación en la prueba se debió a la dificultad que suponía para los ciudadanos acceder a la misma, por la cantidad de trámites burocráticos que había que pasar para ello (solicitud de firma electrónica, etc…).

El Director de Procesos Electorales de Indra (la empresa que de forma gratuita ha gestionado la prueba), por el contrario, aseguró que “la verificalidad del sistema se garantiza con la propia tarjeta electrónica y que la transacción del voto está realizada por una entidad certificadora”.

Según el propio Ministro de Interior el objetivo que el Gobierno se planteaba con esta prueba era evaluar el resultado de la misma para proceder a acometer las actuaciones necesarias encaminadas a que el voto electrónico constituya en un futuro no muy lejano una forma de votar jurídicamente válida.

Que este objetivo se cumpla es una realidad a medio plazo y requerirá no pocos esfuerzos de cada una de las partes llamadas a conseguirlo.

Rebeca Peña Merino
Abogados Portaley Nuevas Tecnologías.

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Protección de los menores en su utilización de Internet

Internet es, con respecto a los menores, un arma de doble filo. Por una parte constituye una importante herramienta educativa, de información y social (completa el temario que contienen su manuales de estudio, les enseña nuevos conceptos, facilita la comunicación entre los amigos que no se ven con asiduidad,…) pero por otro entraña no pocos riesgos para ellos al ser más vulnerables que los adultos. Un reciente estudio de Save the Children concluye que aproximadamente la mitad de los niños que utilizan Internet ha sentido alguna vez miedo mientras navegaban.

Protegerlos de los contenidos que pueden ser nocivos e incluso peligros para ellos no es sencillo. Además de la necesidad de leyes que regulen la materia y penalicen duramente las conductas perjudiciales para los niños, es importante la labor educativa de los profesores y padres.

Conocer las nuevas tecnologías y navegar con soltura por Internet es cada vez más importante para las nuevas generaciones, por lo que privar a los niños de esta herramienta (que será prácticamente imprescindible en su vida laboral) no debe ser la opción elegida para protegerles de los peligros de la Red. Enseñarles a utilizar Internet con criterio y de forma responsable así como a afrontar determinadas situaciones potencialmente peligrosas para ellos es una táctica mucho más aconsejable.



En el ciberespacio, los menores pueden enfrentarse a distintos tipos de riesgos:

Contenidos inadecuados: pornográficos, violentos, racistas, sectas, relacionados con las drogas,…
Abuso físico. No es difícil que el menor se encuentre, por ejemplo mientras chatea, con invitaciones de personas que desean citarse con ellos. El potencial contacto con pedófilos es uno de los peligros más importantes.
Acoso, a través del correo electrónicos, foros, chat´s,…
Información personal, los menores son más ingenuos y por tanto, en términos generales, más proclives a facilitar cierto tipo de información personal que les puede poner en peligro a ellos y sus familias.
Soluciones

1.- Software de filtrado

La utilización de filtros que impidan el acceso de los menores a determinados contenidos es cada vez más común. La fiabilidad de los mismos no es muy buena, ya que no es capaz de bloquear correctamente muchos de los temas que se le indican.

Existen tres formas básicas de filtrar contenidos de Internet:

a) Reconocimientos de palabras clave. Es una forma que restringe el acceso a todas las páginas que contengan la palabra elegida (independientemente del contexto en que se utilicen) con los que podemos estar vetando el acceso del niño a contenidos interesantes y útiles para él.
b) Confección de “listas negras”. Es una forma de evitar el acceso a determinadas páginas webs de contenido inadecuado (pornográfico, racista,…)M No es muy eficaz por lo cambiante del ciberespacio. Cada día surgen páginas nuevas, cambian otras ya existentes,…
c) Método relacionado con la tecnología PICS (Plataforma para la Selección del Contenido en Internet). Es un sistema muy novedoso, en estudio actualmente, que pretende etiquetar los contenidos de Internet bloqueando el acceso a los que clasifique como inadecuados. Para su eficacia, sería necesaria una ley que obligara a etiquetar todo el contenido que se publicase en la Red.
Este tipo de software puede, además, limitar el tiempo que el menor puede navegar en una sesión y registrar los sitios que ha visitado.

2.- La educación

Educar a los menores en el uso de Internet es una responsabilidad principalmente de las familias. Algunas prácticas adecuadas en este sentido pueden ser:

a) Establecer límites de tiempo en el uso de Internet y del ordenador por parte de los menores.
b) Acompañar al menor a navegar por la Red cuando sea posible.
c) Inculcarle lo inadecuado de facilitar información personal (nombre, dirección,…) a desconocidos.
d) Aconsejarles no participar en charlas agresivas, amenazantes,… que le hagan sentir incómodo.
e) Controlar las relaciones que hagan a través de Internet.
3.- Líneas directas

Son organismos con los que se puede contactar para informar de la existencia en Internet de contenidos ilícitos. Las más conocidas son la NLIP de Holanda y la Internet Watch Foundation del Reino Unido.

En España, la web Protegeles.com existe para que los usuarios de la Red denuncien la existencia de contenidos de pornografía infantil.

Legislación

La legislación específica sobre esta materia es escasa, sobre todo a nivel estatal.

Nuestra Constitución Española regula la protección de los menores en diferentes artículos. Así, el artículo 20.4 limita la libertad de expresión, de información y de cátedra, “… en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”.

Por su parte, el artículo 39.4 del mismo texto determina que “Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos”.

La Asociación de Usuarios de Internet, en colaboración con el Ministerio de Educación y Cultura elaboró un Convenio de Autorregulación que constituye únicamente una declaración de principios que los agentes de la Red pueden poner en práctica como consideren oportuno, pero cuya suscripción ya implica cierto compromiso por su parte. Consagran, entre otras, la libertad de expresión, el derecho de información y el respeto y la protección de los menores de edad. Un extracto del referido Convenio:

“…los que suscriben este convenio (…) declaran:
Primero.- Declaran su voluntad de favorecer el buen uso de Internet, y en particular, a respectar en el marco establecido por la Constitución Española, por la legislación propia del sector y por los compromisos que pudieran adquirirse por España en el marco de la Comunidad Europea y la Comunidad Internacional.
Segundo.- En consecuencia con lo anterior, acuerdan favorecer en la forma y medida que estimen conveniente la difusión por Internet de valores positivos, informativos, educativos y formativos”.
Tercero.- Asimismo, declaran su voluntad de evitar la práctica, la difusión de mensajes o imágenes de carácter ilegal o que sean susceptibles de atentar o que induzcan a atentar contra la dignidad humana, la seguridad, los valores de protección de la infancia y la juventud (…)”.
A nivel internacional dos son los textos principales que regulan el tema:

1.- Resolución de 27 de febrero de 1996 del Consejo de Telecomunicaciones para impedir la difusión de contenidos ilícitos de Internet, especialmente la pornografía infantil.

Propone medidas para intensificar la colaboración entre los Estados miembros independientemente de que cada uno de ellos aplique la legislación que exista en su país sobre la materia. Determina, por ejemplo, que “es precisa una mayor cooperación internacional para evitar la existencia de refugios seguros para los documentos contrarios a las normas generales del Derecho Penal”.

2.- Libro Verde sobre la protección de los menores y de la dignidad humana en los servicios audiovisuales y de información.

Su objetivo es crear un marco adecuado de protección de los menores en los servicios audiovisuales y de información en la Unión Europea. Entiende que para un cada vez mejor desarrollo de las nuevas tecnologías hay que utilizar medios rápidos y eficaces que acaben con los contenidos que atentan a la dignidad de las personas, especialmente de los menores.

En su Capítulo I plantea la necesidad de diferenciar entre los contenidos que son ilícitos, que están sujetos a sanciones penales (como la pornografía infantil) y por tanto no deben tener cabida en la Red y el hecho de que los menores puedan acceder a páginas pornográficas que no son ilegales para adultos (lo que debe tratar de evitarse aún cuando no eliminando las mismas).

El capítulo II precisa que las disposiciones aplicables a nivel nacional y europeo se inscriben en el marco de los derechos fundamentales que figuran en el Convenio Europeo de los Derechos Humanos. En artículo 10 del referido Convenio, que proclama la libertad de expresión, establece que la misma puede verse limitada para evitar la prevención de delitos.

De la misma manera, la libre prestación de servicios, que constituye una de las cuatro libertades que garantiza el Tratado de la Unión Europea, puede verse restringida por razones primordiales de interés público, como la protección de los menores y de la dignidad humana.

Se plantean también diferentes posibilidades para reforzar la cooperación entre la diferentes administraciones nacionales: intercambio de informaciones, análisis comparado de sus legislaciones, cooperación en los marcos de la justicia y de los asuntos interiores,…

Por las características de Internet no cabe duda que aplicar soluciones globales es difícil, pero no debe abandonarse el empeño por buscar las que sean más compatibles para los Estados Miembros.

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La venta de subastas on line

Las subastas on line han proliferado enormemente en los últimos tiempos. A través de ellas se oferta pública e irrevocablemente la venta de un bien o la prestación de un servicio a favor de quien ofrezca (mediante pujas) el precio más alto por encima de un mínimo que normalmente se establece de forma previa, en el plazo de tiempo acordado.

La venta en subasta se regula en los artículo 56 y siguientes de la Ley de Ordenación del Comercio Minorista y regula exclusivamente las relaciones contractuales entre el empresario que ofrece bienes y los destinatarios finales de los mismos. En las subastas celebradas on line no siempre se dan estas circunstancias. Existen fundamente tres tipos de subastas a través de Internet:



a) aquella en la que el medio electrónico es solo una forma más de participar en las pujas.

b) la organizada por un empresario cuya actividad consiste en practicar subastas y que las organiza a través de Internet en una web creada por él mismo.

c) en la que los bienes y/o servicios los ofrecen los propios particulares tras contratar con una empresa cuya actividad consiste en permitir la celebración de subastas en Internet.

Solo las modalidades a) y b) (aquellas en que el subastador es un profesional que se dedica a la subasta) se rigen por la normativa del Comercio Minorista, esto es:

1.- La oferta de venta tiene que ser pública e irrevocable.

2.- Los licitadores tendrán que prestar fianza solo cuando así conste en el anuncio de subasta y la misma tiene que ser devuelta en el plazo máximo de 3 días a los que no hayan resultado adjudicatarios del bien. La del que sí se lo adjudica se considera normalmente parte del pago.

3.- El verdadero dueño del bien adjudicado no podrá ya reclamárselo al adjudicatario.

Además de estas normas, son aplicables también a estas 2 primeras modalidades de subasta las normas relativas a la contratación electrónica (en los relativo a información, perfección del contrato, pago con tarjeta,…) y a la venta a distancia. Esto será así en el caso de subastas celebradas exclusivamente a través de Internet y en aquellas en que aunque la vía electrónica sea solo unas de las formas de participar, el consumidor a optado por ella.

Abogados Portaley Nuevas Tecnologías.


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Periodismo y política social:Los buenos periodistas son los mejores aliados de los buenos gobiernos

Por: Fernando J. Ruiz

Profesor de Periodismo y Democracia, y de Historia de la Comunicación, de la Universidad Austral (Argentina).


La transparencia es un valor democrático básico. Un gobierno autoritario oculta todo de sí y quiere saber todo de la sociedad. Fíjense Cuba. El expediente acumulativo que tiene el gobierno de cada ciudadano, desde que ingresa a la escuela, su trabajo, su familia, sus amigos, su vida privada, hasta que se muere. En cambio, un gobierno democrático es un gobierno que dice todo de sí y solo quiere saber sobre el ciudadano lo que necesita saber para servirle mejor.

De algún modo, la policía es en las dictaduras lo que el periodismo es en las democracias: el instrumento informativo esencial del sistema para poder realizar sus objetivos. Mientras la policía en las dictaduras les dice todo sobre los ciudadanos a los gobernantes, los periodistas en las democracias les deben decir todo sobre los gobernantes a los ciudadanos.


Pero si bien la transparencia y la libertad de prensa son valores básicos democráticos, también son valores instrumentales para obtener otros valores, como el buen gobierno.

Sin embargo, en los actuales estados latinoamericanos la opacidad todavía es muy considerable. Una reciente investigación sobre transparencia presupuestaria en diez países de la región, realizada en El Salvador por Probidad, demuestra, por ejemplo, que ningún Estado tiene un sistema de rendición de cuentas eficaz para controlar cómo se ejecutó realmente el presupuesto público anual. En varios países se están debatiendo leyes de acceso a la información y existen enormes resistencias políticas, sin entender que la transparencia no es una exigencia corporativa de los periodistas, sino una condición para el buen gobierno democrático.

Ha habido grandes debates sobre esta cuestión en Argentina, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Panamá o Ecuador, pero todavía no se han dado los pasos necesarios para hacer efectiva la transparencia necesaria para un Estado democrático. En Costa Rica, Colombia y México sí ha habido avances considerables en esta cuestión. En Bolivia, Paraguay y Venezuela el tema no tiene mayor presencia política.

El periodismo puede ser un aliado para mejorar la política social

La separación entre la política y lo social está en el núcleo del descrédito que sufre la política en América Latina. La política encuentra su sentido en la medida en que hunde sus raíces en los problemas más candentes de la gente, y la pobreza, la falta de salud, empleo o vivienda, son problemas principales que no han podido ser revertidos. Los buenos y los malos gobiernos afectan vidas, no son entes abstractos que nada tiene que ver con lo que la gente común hace todos los días. Los buenos gobiernos distribuyen más oportunidades de ampliar las libertades de los ciudadanos y los malos gobiernos les privan o reducen las oportunidades y opciones de vida de los ciudadanos.

Si los periodistas reducen a la política a un ping pong de declaraciones de políticos pierden todos, pues los políticos seguirán desacreditados y seguramente los periodistas seguirán perdiendo audiencia. Si la política no encuentra a lo social en algún punto del futuro, podríamos estar ante la "muerte lenta" de las democracias latinoamericanas (O'Donnell).

Voy a proponerles algunas razones por las cuales creo que el periodismo puede convertirse en un aliado para construir una mejor política social:

La primera razón es que todo gobierno latinoamericano debe ser reformista y todo reformador necesita especial apoyo para llevar a cabo su labor. El secreto suele ser un arma de la burocracia para anular o tergiversar las políticas públicas presidenciales. El secreto es un mecanismo para dividir al Estado en feudos. Un dirigente castrista muy importante en los primeros noventa, que hoy está en el ostracismo, Carlos Aldana, dijo una vez que en Cuba "la información es la única forma de propiedad feudal que ha sobrevivido al socialismo". Gorbachov tenía pensado hacer solamente la reforma económica cuando asumió en la Unión Soviética, pero enseguida percibió que tenía que doblarle el brazo a los 100 ministerios federados y a los 800 ministerios de todas las repúblicas soviéticas. Entonces lanzó la Glasnost, y en el corazón de la glasnost estaba la renovación de la profesión periodística que se convirtió en una aliada de Gorbachov. "La fuerza de la burocracia está en el secretismo, dijo Gorbachov, y siguió diciendo: "Para vencer esa fuerza, revelar la verdad a la gente y despejar con ello el camino a una acción política consciente, es necesaria la transparencia en la información".

La segunda razón es que los periodistas ciudadanizan a los sectores sociales al darles voz, y facilitan al gobierno la satisfacción de sus demandas. El caso más notable que conozco tiene que ver con un hallazgo del economista indio, Amartya Sen: en las democracias nunca hubo hambrunas generalizadas, como sí las hubo bajo regímenes autoritarios. China ha sufrido la mayor hambruna de la historia cuando murieron de hambre treinta millones de personas, entre 1958 y 1961 tras el fracaso del Gran Salto Adelante, mientras que India no ha sufrido ninguna desde que se independizó en 1947 (Sen).

La existencia de debate público y prensa libre es señalada por Sen como una de las razones fundamentales para que no hubiera hambrunas en la India democrática. Otro ejemplo interesante de cómo el periodismo influye en la política social es un estudio que se realizó sobre el New Deal de Roosevelt, entre los años 1933 y 1935, donde se revela que la ayuda pública fue en mayor medida a aquellas zonas rurales que tenían radio con respecto a las que no tenían (Stromberg). Un estudio similar sobre la introducción de la televisión en la sociedad norteamericana sugiere que la tv le dio a los afroamericanos y a los más pobres de las ciudades un mayor poder para obtener fondos del presupuesto público (Stromberg).

Otro estudio realizado sobre India revela que las provincias que tienen mayor circulación de prensa gráfica obtienen mayor proporción de fondos públicos en ayuda social (Besely y Burgess). También es posible que la prensa libre de Hong Kong haya sido crucial para que las autoridades chinas asumieran la existencia de la epidemia de SARS.

Estos casos también podrían sugerir que el periodismo contribuye a formar mejores ciudadanos, y donde hay mejores ciudadanos hay menos pobres. Desde este punto de vista, el periodismo también hace política social.

Una tercera razón por la cual el buen periodismo es una condición para el buen gobierno es que el periodismo puede convertirse en el tablero de control de la política social, monitoreandola 24 por día, 7 días a la semana, 365 días al año. ¿Qué otro mecanismo tiene el presidente a su disposición para monitorear la política social con tanta persistencia?

No hay política social eficaz sin control. Los periodistas cumplen aquí un rol que debería ser más valorado. A veces en América Latina se identifica demasiado a los presidentes con los aparatos estatales que presiden, pero sin embargo a un presidente no le puede alcanzar un mandato para colonizar ese aparato estatal, que funciona con una lógica propia, muchas veces por fuera de la voluntad presidencial. De hecho, uno de los mandatos implícitos que reciben los nuevos presidentes en América Latina es domar al Estado, ocuparlo efectivamente, y ponerlo al servicio de los ciudadanos.

Aquí hay un matiz interesante que tiene que ver con el ejemplo que di recién sobre la falta de hambrunas en India. En India no hay hambrunas, pero si un analfabetismo crónico (más que en China) y una persistente desnutrición. La explicación que se da a esto es que el periodismo se ocupa más de las cuestiones sociales excepcionales, como puede ser el peligro de una hambruna, pero no tanto de los dramas cotidianos y rutinarios, que requieren políticas de largo plazo, como puede ser el analfabetismo y la desnutrición en India (Stromberg/Sen).

Hay cierta censura estructural hacia los temas sociales. Es una censura que no está basada en presiones externas, sino en presiones profesionales. Ocurre que las políticas sociales suelen estar asociadas con la propaganda y las buenas noticias. Los periodistas tienden a desechar trabajar con este tipo de temas, incluyo los buenos periodistas. Prefieren buscar ejemplos dramáticos de exclusión social. La política social es más probable que se convierta en noticia cuando falla. ¿A cuantos de ustedes les ocurrió que las conferencias de prensa organizadas para presentar propuestas sociales solían ser tituladas al día siguiente con cualquier otro tema, en especial una puja partidista, o alguna respuesta a la declaración de otro político, y se perdía el motivo original de la convocatoria? Si ustedes mismos leen un artículo en el cual un rival de ustedes tienen media página de un diario para presentar sus propuestas de política social, ustedes inmediatamente es posible que piensen que hay algún tipo de relación especial entre ese medio y ese político o funcionario. En campaña, cuando la política social es aún una propuesta electoral, la censura estructural del periodismo es más visible.

Una cuarta razón es que una política pública debatida, difundida ampliamente, consensuada en el debate público, ofrece al gobierno mayor capacidad política de corrección y de rectificación si esa política no resulta finalmente acertada.

La quinta y última razón es que no puede haber una buena política social, si no hay buena información. Y si no hay buena información si no hay transparencia, y si los periodistas no aprovechan a fondo la libertad de prensa. El secreto es un pésimo aliado para formular política social, dice el economista Joseph Stiglitz. La persona más controlada en una democracia es el presidente. La prensa todos los días revela sus actividades, sus reuniones, sus opiniones públicas, y muchos de los que comparten en con él sus momentos privados suelen estar presionados o voluntariamente están dispuestos a revelar confidencialmente cada palabra y acto privado del presidente.

Un poco más temprano o un poco más tarde, se termina sabiendo casi todo sobre los presidentes. Pero a medida que se desciende en la escala jerárquica del Estado el control público se va diluyendo. La oleada de leyes de transparencia y derecho a la información que están ingresando en los sistemas legales de América Latina intenta que todos los funcionarios tengan un nivel de control similar al que ya tienen los presidentes. El principal interesado en esto debería ser el mismo presidente, al fin y al cabo suelen ser los responsables políticos últimos de lo que ocurre en el Estado durante su mandato. También a la oposición le conviene promover la transparencia del Estado y la labor periodística. ¿Cómo se puede hacer, mientras se está en la oposición, un plan de gobierno sin buena información sobre el Estado? ¿Cuántas veces ocurre que un nuevo gobierno se entera recién cuando asume de la real situación de las finanzas públicas? Tener la mejor información antes de llegar al poder, haría que su gobierno tuviera más posibilidades de ser eficaz.

Un ejemplo de alianza exitosa

Hay varios ejemplos históricos de alianza exitosa entre los buenos políticos y los buenos periodistas.En la historia del periodismo en los Estados Unidos hay un ejemplo revelador de cómo una buena alianza entre la prensa y la política es capaz de transformar la realidad. Lo que se llamó en los primeros doce años del siglo veinte en Estados Unidos el movimiento reformista estuvo impulsado por investigaciones periodísticas que prepararon el terreno para realizar mejoras políticas y sociales de envergadura histórica. En esos años se sancionó la ley antimonopolio, se limitaron los abusos de las organizaciones sindicales, se legisló sobre el trabajo infantil, se permitió la elección directa de los senadores federales, se reguló la calidad de la comida y de los medicamentos. Todo eso se pudo hacer gracias a una prensa que, mediante profundas investigaciones, despertó del letargo moral a amplios sectores sociales que estuvieron dispuestos a apoyar a los políticos reformistas (Streitmatter).

En los últimos años se han caído varios gobiernos democráticos, y esto ha difundido la preocupación sobre la estabilidad democrática. Podríamos dar una fórmula de cómo los gobiernos se pueden volver duraderos. La fórmula es simple: en la política democrática, el material más resistente es el cristal.

Fuente
Página web de Probidad


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LA TRIBUNA DE 'LA VERDAD'

La mentira como arma política
ANTONIO CAMPILLO/

La mentira como arma política tiene una larga historia, desde las antiguas tiranías hasta los modernos Estados totalitarios. En ambos casos, no solo se mata al mensajero, se reprime a las personas y grupos disidentes y se impide por todos los medios que la gente opine y actúe libremente, sino que al mismo tiempo se la manipula con campañas sistemáticas de tergiversación de la realidad. Como dice Hannah Arendt, el terror totalitario se funda en la policía secreta y en los órganos de propaganda.


Por eso, añade Arendt, cuando un gobierno democrático comienza a abusar de los servicios secretos y a convertir la información en propaganda, como ocurrió en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, solo caben dos posibilidades: o la democracia degenera en despotismo o se regenera a sí misma y cambia de gobierno. En las sociedades democráticas, los gobiernos también pueden recurrir a la coacción y la mentira, pero si la democracia es el menos malo de los regímenes políticos, lo es precisamente porque dispone de múltiples recursos para desenmascarar y castigar a ese tipo de gobiernos corruptos: los controles parlamentarios, las elecciones periódicas, los tribunales de justicia, los medios de comunicación plurales, la investigación científica independiente y la libre expresión de las personas y organizaciones ciudadanas.

Mencionaré tres ejemplos recientes. En primer lugar, el gobierno de Bush en Estados Unidos. Si el mundo es hoy más inseguro, injusto e insostenible que hace diez años, no lo es por el 11-S, sino por las mentiras que Bush urdió a partir de ese atentado. Por un lado, las mentiras sobre el régimen tiránico de Sadam Husein (posesión de armas de destrucción masiva y conexión con la red terrorista de Ben Laden), utilizadas para justificar la invasión de Irak y otras muchas transgresiones del Derecho Internacional (Guantánamo, Abu Grahib, los vuelos y detenciones secretas de la CIA, etc.), con las que Bush ha incentivado la carrera nuclear y el terrorismo de Al Qaeda; y que también ha utilizado para coaccionar y fustigar como antipatriotas a todos los estadounidenses opuestos a su política. Por otro lado, las mentiras relacionadas con el cambio climático (la negación misma de que lo hubiera o de que se debiera a causas humanas), utilizadas para no firmar el Protocolo de Kioto y eludir así la responsabilidad de Estados Unidos ante el mundo (ya que este país emite la cuarta parte de todos los gases contaminantes). Ambas mentiras están estrechamente relacionadas: Bush ha gobernado al servicio de las grandes compañías petroleras y su objetivo prioritario ha sido adueñarse de las reservas de Oriente Próximo para mantener el control hegemónico de la economía mundial. Aunque hayan tardado, los estadounidenses han acabado dándose cuenta de todas estas mentiras y han castigado al Partido Republicano en las últimas elecciones legislativas.

El segundo ejemplo está conectado con el anterior: el gobierno de Aznar en España. Si nuestro país es hoy más inseguro, injusto e insostenible, lo es ante todo por las mentiras de Aznar. Por un lado, las mentiras relacionadas con Irak, que le llevaron a despreciar la opinión mayoritaria de los españoles, apoyar servilmente a Bush y mentir en el 11-M sobre los autores reales del atentado, un triple error que el PP acabó pagando en las elecciones del 14-M; pero sus sucesores políticos y su coro mediático no han escarmentado y siguen urdiendo toda clase de mentiras sobre el 11-M y sus secuelas (la teoría de la conspiración, la deslegitimación del proceso judicial en curso contra los autores reales, la acusación a Zapatero de rendirse ante ETA, la minusvaloración del terrorismo de Al Qaeda y de sus víctimas, etc.). Por otro lado, las mentiras relacionadas con la política territorial, ambiental e hidrológica, que sirvieron para ocultar la estrecha alianza entre el gobierno del PP y las grandes empresas constructoras, y el expolio económico (sin precedentes en la historia de nuestra democracia) al que se han visto sometidas las rentas salariales (para poder acceder a una vivienda digna) y el patrimonio natural y cultural de todos los españoles: la Ley del Suelo de 1998, que abandonó la promoción pública de vivienda social como un deber constitucional y convirtió en urbanizable casi todo el territorio español, con el falaz argumento de que así se iba a abaratar el precio de la vivienda; el proyectado trasvase del Ebro, que supuestamente estaba destinado a garantizar la solidaridad de las autonomías españolas, pero que en realidad pretendía financiar con dinero español y europeo el gran negocio de la especulación inmobiliaria en el levante español; y, como colofón, la desactivación de la Fiscalía Anticorrupción, para impedir que pudiera investigar la evasión de capitales, el blanqueo de dinero, la corrupción política y la financiación ilegal de los partidos.

Y así llegamos al tercer ejemplo: el gobierno de Valcárcel en la Región de Murcia. Un gobierno que ha engañado a los agricultores y a todos los murcianos con la gran mentira del «agua para todos», tras la que se ha ocultado el crecimiento vertiginoso e insostenible de los nuevos regadíos, la multiplicación de los pozos ilegales, el expolio de los recursos hídricos y, sobre todo, su derivación fraudulenta hacia el negocio del ladrillo: las macrourbanizaciones y los campos de golf. En los doce años de gobierno de Valcárcel, hemos pasado de un crecimiento incontrolado del regadío a un crecimiento incontrolado del ladrillo. El suelo y el agua de esta Región han ido a parar a unas pocas manos, y los nuevos terratenientes y aguatenientes han conseguido que sus socios políticos, a cambio de una pequeña porción del pastel especulativo, conviertan las tierras cultivadas e incluso los espacios protegidos en solares urbanizables, mediante la Ley del Suelo de 2001 y la generalización de los convenios urbanísticos. Así es como llegamos a la trama de corrupción organizada que está degradando el funcionamiento de las instituciones públicas. El gobierno de Valcárcel se ha convertido en una simple marioneta al servicio del lobby del ladrillo. Incluso ha tenido la desfachatez de cederle el control de la nueva televisión autonómica. Mientras tanto, la Región de Murcia sigue estando en el furgón de cola de las comunidades españolas, en la mayor parte de indicadores de desarrollo humano: rentas salariales, precariedad laboral, bolsas de pobreza, integración de los inmigrantes, acceso a la vivienda, discriminación de la mujer, nivel educativo y cultural, servicios sanitarios y asistenciales, etc.

Ante esta situación, y dado que en un par de meses van a celebrarse elecciones municipales y autonómicas, la pregunta es obvia: si los estadounidenses han acabado castigando las mentiras de Bush y los españoles han hecho lo mismo con las mentiras de Aznar, ¿cuándo castigarán los murcianos las mentiras de Valcárcel?

Antonio Campillo es presidente del Foro Ciudadano.

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¿QUÉ ES EL PERIODISMO CIENTÍFICO?

Por: Sebastián Musso

La expresión incomoda a muchos, no se sabe muy bien si expresa un estudio científico de la actividad periodística o una forma de hacer periodismo con herramientas tomadas de las ciencias exactas y naturales comúnmente reconocidas únicamente a ellas como ciencias. El primer caso existe, como toda disciplina que pretende tomarse en serio su labor, el periodismo se auto-estudia, se cuestiona sus métodos y algunas veces, hasta se responde con explicaciones que llegan a conformar a un porcentaje mayor al veinte por ciento. La segunda posibilidad no sería de extrañar, a menudo la discriminación se traduce en “propiofobia” (acabo de inventar el término, pero… si Fantino está en la Real Academia Española…) y los estudiosos de la ciencias sociales buscan reconocimiento a sus trabajos forzando los métodos de las disciplinas históricas a sus propias investigaciones resultando en la mayoría de los casos, incompatibles.


Ni una cosa, ni la otra. José Marques de Melo, investigador y profesor brasileño, considera al periodismo científico “como un proceso social que se articula a partir de la relación entre organizaciones formales (editoras, emisoras) y la colectividad (diferentes públicos) a través de canales de difusión (diario, revista, radio, televisión, etc) que aseguran la transmisión de informaciones (actuales) de naturaleza científica y tecnológica, en función de intereses y expectativas (universos culturales o ideológicos)”.

El especialista brasileño Wilson da Costa Bueno (1985) describe al periodismo científico como un caso particular de la difusión científica entendiendo a esta última como cualquier proceso o recurso utilizado para vehiculizar informaciones científicas y tecnológicas. Puede darse: 1) difusión para especialistas y 2) difusión para público en general, es decir, divulgación.

La palabra científico, ya no aquí analizada tras la otra: periodismo, sino sola, nos muestra una culminación de un proceso no se si deseable pero irremediable de nuestros días. En 1895 el “Daily News”, de Londres protestaba contra el empleo de la palabra científico. Sería de desear la idea de “filosofía natural” que implica el cultivo de la sabiduría por afición, la curiosidad por la naturaleza como un todo indivisible y que se contrapone a nuestra idea actual de la hiperespecialización y por ella, la creación de una cantidad abrumadora de metalenguajes solo entendibles por una elite que se pretende diferenciar, incluso, de las otras, a veces, de la misma rama general de la ciencia.

Pero ya en nuestros días también existen dos periodismos científicos, el que muestra el conocimiento en general y el que pone el acento en la utilidad inmediata de este en nuestra vida cotidiana. Responde este último a una respuesta inconsciente al ataque, a la pregunta de ¿para qué este observatorio si a tantos kilómetros los chicos se mueren de hambre? Trata de concretizar sobre la importancia de la investigación científica para el mejoramiento de nuestras vidas y para eliminar en el futuro los problemas que solo son apaciguables parcialmente hoy. Igualmente el periodismo científico que presenta únicamente las investigaciones “rápidamente útiles” se enfrenta de una manera mucho más cruda a la valoración de la investigación. Algo que es incompatible con el conocimiento. La ciencia, en tanto herramienta para buscar las verdades no es buena ni mala. La técnica o si preferimos llamarla la tecnología que da uso aplicado a esos conocimientos es la única susceptible de valoración.

El mismo proceso que se realiza desde hace 4.600 millones de años en el interior del Sol y que hace a esta estrella brillar, entre otras cosas, para permitir la vida en la Tierra y nuestra propia existencia, se repite de forma artificial en las bombas de hidrógeno que nos han dado las imágenes más lamentables de nuestra historia.

HISTORIA DEL PERIODISMO CIENTÍFICO Y DE LA DIVULGACIÓN

El conocimiento no fue para todos a lo largo de la historia, más bien fue para pocos. En el caso de la astronomía tenemos grandes aportes observacionales de quienes pudieron construirse su propio observatorio, caso Tycho Brahe o Tales de Mileto o aquellos que sólo por la casualidad accedieron a una escolarización importante: Nicolás Copérnico es tomado bajo la tutela de su tío materno el arzobispo de Cracovia.

Para Fontenelle, en el siglo XVII la divulgación era una cuestión de clases. En el Café Procope, un centro intelectual del París de esa época el pensador declaró: “si mi mano estuviera cargada de conocimiento, no la abriría a la gente”. Esto que parece de una ideología discriminante y egocéntrica (de hecho puede serlo también) obedece a que el vulgo no tenía ni las más mínimas herramientas para entender incluso los conceptos más sencillos.

En la primera mitad del siglo XIX, Henry Brougham funda la Sociedad para la Divulgación del Conocimiento Útil, para proporcionar a los obreros una educación científica. Pero todavía no era para todos pues todos no tenían un paso por la educación formal suficiente y necesario como para a partir de allí aumentar sus conocimientos. Incluso hoy sería bueno preguntarse en nuestro país cuál es el porcentaje de la población que está en condiciones de disfrutar de nuestros mensajes científicos.

PARA QUÉ SIRVE O PARA QUÉ DEBERÍA SERVIR EL PERIODISMO CIENTÍFICO:

Antes de dar una mirada de las funciones que debe cumplir el periodismo científico desde la óptica de los estudiosos del tema explicaré que la discusión es mucho más complicada y esto tiene que ver con la enorme diversidad de actores que intervienen en el fenómeno y sus características distintivas.

Julio Abramczyk, médico cardiólogo y comunicador científico en la Folha de Sao Paulo sostiene que “promover la aproximación del gran público con la ciencia es el primer objetivo de la popularización de la ciencia. Los medios de comunicación de masas son una de las mejores formas de promover el acceso al conocimiento. Hay consenso de lo altamente positivo que resulta la presencia de información científica en los medios de comunicación”.

El periodismo científico es una actividad que realizan los periodistas y con ellos las funciones se delimitarán en aquellas que se reconocen a todas las producciones mediáticas, pero también hacen divulgación los científicos interesados en contar sus investigaciones al público en general y allí pondrán otras expectativas diferentes, incluso desarrollarán esta actividad aquellos científicos que estén obligados por sus organismos y oficinas de investigación a justificar sus investigaciones con cierto aporte a la comunidad y se confundirá a menudo divulgación con adoctrinamiento sobre la importancia de su labor y dejará entrever un “en el futuro no me cuestione sobre cosas que usted no entiende” planteado de manera más o menos elegante. Como actores estarán los científicos consultados por los periodistas e intervendrán los prejuicios que cada grupo tiene del otro. Por último existirán los divulgadores que con más o menos habilidad personal adopten esta tarea y serán presentados por los medios como “expertos” entendiéndose esto en que saben del tema pero no tienen manera formal de acreditarlo.

Para el brasileño José Reis, el PC (lo llamaremos así aunque pueda confundirse con Partido Comunista o Personal Computer) debe cumplir estas seis funciones básicas:

1) Informativa:
2) Educativa:
3) Social:
4) Cultural: He aquí algo que me interesa puntualizar y que será responsabilidad del futuro inmediato cambiar en la sociedad en su conjunto y principalmente en aquellos responsables de tomar decisiones y valorizar labores. Consideramos personas cultas a quienes saben los conceptos básicos de la obra de Maquiavello o incluso de qué corriente es tal o cual obra artística pero excluimos de esta cultura general el conocimiento de la Teoría del Big Bang o los fundamentos del darwinismo. Algunas personas cultas incluso llegan a vanagloriarse del hecho de que las matemáticas “no son para ellos” o confesar su afición por la astrología.

Según Manuel Calvo Hernando hay que “tener presente la idea que hay una sola cultura y que la dicotomía entre ciencias y humanidades es falsa y arriesgada (…) necesitamos practicar la creencia de que necesitamos conocer a Cervantes y a Goethe junto con Einstein y Max Plank, el Taj-Majal y las partículas elementales, el Partenón y los ácidos nucleicos.

5) Económica:
6) Político-ideológica:

Wilson da Costa Bueno, también fija seis “tareas irrenunciables” según él para el periodismo científico, son las mismas de Reis y las que iremos desarrollando más adelante en este trabajo.

También los autores Smail Ait El Hadj y Claire Bélisle señalan que el periodismo científico debe tener como objetivos los siguientes:

1) Difusión:
2) Información:
3) Motivación:
4) Iniciación:
5) Movilización:
6) Modelador de opinión:
7) Reconciliación del público con la ciencia:
8) Reorganizar la economía del conocimiento:

¿Pero a quién le sirve? Sergio Prenafeta, un periodista científico chileno cree que la actividad aporta distintos elementos a muy diversos públicos: al educador, le actualiza los conocimientos mientras que al político le ayuda a planificar y a tomar decisiones. Muchas veces conversando con mi amigo Jaime García, un doctor en matemáticas aplicadas de San Rafael, Mendoza, hemos conversado sobre lo que él cree que nuestros científicos deberían copiar de sus pares norteamericanos. A su juicio no es la tecnología ni los recursos lo que más nos diferencia sino una mentalidad, una visión a futuro y una predisposición hacia la divulgación que en su mayoría, los científicos de Estados Unidos tienen muy incorporada: enseñar la importancia de la ciencia a los más chicos que serán los senadores que votarán a favor del presupuesto para la ciencia en las décadas futuras.

Particularmente yo charlaba esto mientras realizaba este trabajo con el director del departamento de extensión de la Facultad de Astronomía y Geofísica de La Plata. El principal objetivo de divulgación que esta entidad debe tener es enseñar los conceptos básicos de esta ciencia al público que los visita y a la comunidad en que están inmersos, pero también por su intermedio deben difundir la importancia de la profesión del investigador. Hace algunos años Marcelo Arnal, entonces director del Instituto Argentino de Radioastronomía se lamentaba en una nota en el diario Clarín del peligro de cierre de la institución por falta de presupuesto por parte del CONICET, muchos centros de aficionados a la astronomía nos movilizamos en pos de evitar esta pérdida mientras la mayoría de las personas no sabían qué tan importante es para Argentina tener una entidad de este tipo y por ende la reacción de la sociedad fue nula.

Prenafeta dice también que el PC sirve al industrial pues le permite conocer las innovaciones posibles concernientes a su actividad y al hombre de la calle le da un conocimiento que caracteriza nuestra época. El conocimiento científico no es, como diría alguna enciclopedia desactualizada recopilación de datos sobre ciencia, sino una contextualización, una ubicación de cómo sabemos hoy que es el mundo (al menos la mejor manera que tenemos en la actualidad de explicarlo). Un último punto en esta caracterización made in Chile es la del PC como ocio creativo, a lo largo de estas hojas se darán más de un ejemplo al respecto.

PRACTICAR LA DEMOCRACIA CON LO NO DEMOCRÁTICO

El periodismo científico tendrá su sentido en la faz social, como se dirá muchas veces en estas páginas compartirá con otras especialidades del periodismo su función democratizadora. Sin embargo, si hay algo que no es la ciencia es democrática. La ciencia es herética, es ruptura con lo establecido. La sociedad científica determina cuáles preguntas pueden resolverse y cuáles se encuentran fuera de las posibilidades de los paradigmas de la época. Paradigmas que condicionan en todos los casos esas mismas respuestas posibles.

La ciencia premia a sus investigadores pero castiga a los divulgadores, ya que ellos “pierden su tiempo” en tareas que no son oficialmente reconocidas. Pero el conocimiento científico no es democrático, está sujeto a la aprobación de los pares no al juicio de la mayoría. Por un lado mejor. En palabras de José Antonio Chamizo Guerrero en el libro “Antología de la divulgación de la ciencia en México”: “La Tierra sería plana y estaría inmóvil con el Sol girando alrededor de ella” si la cosa fuera por votación.

Como decía Isaac Asimov, “el aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conocimiento más rápidamente que la sociedad en sabiduría”. Alvin Toffler acuñó en 1965, en un artículo publicado en la revista Horizon, el término shock del futuro para designar “las desastrosas tensión y desorientación que provoca en los individuos el obligarles a un cambio excesivo en un lapso de tiempo demasiado breve”. Y advertía: “A menos que el hombre aprenda rápidamente a dominar el ritmo del cambio en sus asuntos personales, y también en la sociedad en general, nos veremos condenados a un fracaso masivo de adaptación”.

Si trasladamos esta idea al terreno de la ciencia, la aceleración del progreso choca con la inercia de la naturaleza humana, que además desconfía por experiencia. Los avances científicos no siempre han resuelto los problemas de la sociedad; también los han agravado e, incluso, han creado otros nuevos. Ya veremos en este trabajo los grandes aportes concretamente de la astronomía a mejorar nuestra calidad de vida pero minimizar o tratar de esconder casos como Chernobyl o Hiroshima es una tarea perdida de antemano.

ESTADO ACTUAL DE LA CIENCIA… DIFÍCIL TAREA DEL DIVULGADOR:

Es interesante darse cuenta que en la actualidad las preguntas más profundas de la historia de la humanidad tienen respuesta (aunque que esta sea correcta y absoluta es tema de otra discusión), las preguntas acerca de los orígenes del universo, de la vida y dentro de ella, de nosotros mismos hoy pueden ser representadas en modelos matemáticos o recreaciones computarizadas. El 90 por ciento de los científicos que ha vivido en el mundo viven en la actualidad, son 40 millones de hombres y mujeres de ciencia, más de la población actual de la República Argentina, aunque otra lectura nos dirá que representa tan sólo el 1 por ciento de la población mundial. El 99 por ciento restante no entiende en su gran mayoría ni de ciencia ni de tecnología y en su visión más optimista si conoce bastante de una rama de la ciencia es más que probable que no tenga ni idea del resto o no llegue a dimensionar de los contenidos sus implicancias. Es responsabilidad del divulgador en las calles y del periodista científico en los medios llevar ese saber a la gran mayoría.

En la antigua Grecia, quien conociera un millón de datos lo sabía prácticamente todo, hoy eso corresponde al 0,01% de los conocimientos totales de la humanidad. Los medios de comunicación nos han hecho creer que el Renacimiento fue la etapa de la historia de exclusión del conocimiento por excelencia y que hoy el gran acceso a la información ha solucionado ese defasaje, sin embargo hoy más que nunca la elite científica y el “hombre común” están separados por un abismo.

Solo se valora lo que se conoce, aún en la actualidad los padres en su mayoría confiesan querer de sus hijos un título de abogado o médico, pero el siglo XX no fue el siglo de las leyes sino el de la física y la astronomía, en ese campo se dieron los más grandes cambios y las revoluciones más radicales, este siglo XXI será sin duda alguna el siglo de la biología, más bien, de la genética.

La tarea del divulgador será la de ayudar al ser humano en el “discernimiento ante la pluralidad” (Díaz Tortajada) y orientarlo hacia la lectura para la actualización, para la comprensión del mundo, para renovarse, para continuar por sí mismo la educación (Luis Enrique Padrón). Tenemos quienes hemos tomado por propia esta tarea explicar las diferencias entre un best seller y un libro con contenido importante, lamentablemente esto no siempre se da en forma conjunta. Hoy la ciencia entendida sin divulgación es su contradicción misma. Nació para eliminar el misterio y la magia, sin embargo, al no entenderla, muchos la miran con un temor supersticioso.

El periodista científico Luis Ángel Fernández Hermana ha reflexionado sobre lo que considera la manifestación de la crisis de un modelo informativo: los problemas derivados del mayor volumen de información (que no de acontecimientos, advierte), que debe comprimirse en los espacios estancos de los medios de comunicación clásicos. Así lo expuso en el I Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia, con una comunicación que llevaba por título metáforas astronómicas: “información: universo en expansión o agujero negro”. Hay muchos temas a comunicar y quienes nos dedicamos a la divulgación científica nos debemos topar con la angustiante realidad de que estos que nos parecen irrenunciables no son prioridad en los medios.

DIFERENCIAS ENTRE PERIODISMO CIENTÍFICO Y DIVULGACIÓN CIENTÍFICA.

Para Manuel Calvo Hernando el periodismo científico trata de “definir, con la mayor brevedad y aproximación posibles, algunos conceptos básicos para un entendimiento real de la difusión de la ciencia y la tecnología en los medios de comunicación”.

Aquí el periodismo científico será una parte más del engranaje que conforma la divulgación científica, entendida como la expresión que comprende toda actividad de explicación y difusión de los conocimientos, de la cultura y del pensamiento científico y técnico con dos premisas fundamentales: que se haga fuera del marco de la educación formal y que se realice sobre el público en general y no constituya una especialización de profesionales en determinado campo.

Así entra en escena otra forma de llamar a esta actividad: la vulgarización, que es hacer partícipe al vulgo del conocimiento científico. Esto quizás en nuestra cultura parece peyorativo, nos suena a vulgar y con eso pensamos en un contenido chabacano y sin nivel pero se trata de compartir con el pueblo, del que somos parte todos, lo que fue producido por una minoría especializada. La divulgación científica, concretamente convertida en periodismo científico desde el hecho que se hace mediante un medio de comunicación, tiene por premisa absoluta llevar el mensaje a la mayor cantidad de gente posible, apartando barreras lingüísticas y culturales, para beneficio principal del público menos beneficiado por la cultura.

En otro contexto, me encuentro en lo cotidiano con la siguiente realidad, cuando voy a dar una charla de astronomía a un colegio privado, en su mayoría, y esto a partir de los últimos cinco o seis años, me encuentro ante un porcentaje mayoritario de los alumnos con un grado interesante de información, quizás desordenada, pero informados. Mi tarea allí es organizar esos conceptos en una cosmovisión en concordancia con la actualmente aceptada por la ciencia y separar conceptos científicos de prejuicios previos o cosas mal aprendidas. Es muy distinta mi tarea en las escuelas de bajos recursos donde lo que planteo en las charlas es un mundo totalmente nuevo para la mayoría, soy su única fuente de información al respecto, soy quien les ha planteado la duda y en único que puede saciarles esas ganas de conocer.

En el Coloquio Internacional sobre el papel de los medios de comunicación en la divulgación de la ciencia (Estrasburgo, 1966) el divulgador francés Pierre de Latil definía divulgación como “el arte de explicar lo que sea, y no solamente ciencia”.

Más adelante en este trabajo se irán repasando las distintas razones fundamentales para que la divulgación científica en general y su forma de periodismo científico en los medios sea considerada vital dentro de la agenda presentada a la sociedad. Intento en este apartado definir la actividad y mostrar someramente su importancia sin llegar a aseveraciones demasiado pretenciosas como las de Jurdant quien sostiene que: “en la medida en que tienen como función recuperar el discurso científico, los divulgadores se convierten en los auténticos filósofos del siglo XX”.

Volviendo a mi experiencia personal y retomando el enfoque de la rama de la ciencia que nos ocupa en este escrito me he topado con una realidad que es interesante comentar en este capítulo. La diferencia entre enseñanza de la ciencia y divulgación o popularización de la ciencia. La enseñanza de la ciencia es patrimonio de la educación formal, busca forjar un camino que luego de recorrerse completamente, permitirá un acceso al conocimiento especializado y a la práctica real en las comunidades científicas, en términos novelistas digamos que busca formar a los futuros protagonistas de la ciencia. La divulgación tiene propósitos distintos, propicia el acercamiento de determinados sujetos culturales a distintos aspectos de la práctica científica buscando que estos aspectos (sociológicos, históricos, culturales) puedan ser objeto de reflexión y de una apropiación racional dentro de los marcos culturales de los destinatarios (Paul Bromberg y José Granés).

Son cosas distintas, tienen objetivos distintos, se dan en la mayoría de los casos en espacios físicos distintos y para gente muy distinta. Muchísimas veces me preguntan luego de hacer varios años de cursos de astronomía conmigo qué materias de la carrera de Licenciatura en Astronomía podrían aprobar, decepcionantemente la respuesta es ninguna. Los contenidos de la popularización no son los mismos que los de la educación formal a nivel universitario. En las facultades de astronomía de La Plata, Córdoba o San Juan se les enseña a sus alumnos las herramientas matemáticas y físicas para poder explicar en el futuro los procesos que dan forma y evolución al Cosmos y sus elementos. En la popularización, en cambio, se explican ya estos procesos pasados por el tamiz de la simplificación, despojándolos de sus tecnicismos propios y otorgándoles un marco de referencia que incluso al científico especializado, no le importa. Él estudia las reacciones termonucleares de una estrella en Orión, la divulgación comparará estas reacciones con procesos cotidianos como los de un reactor (en ejemplo menos feliz será una bomba de hidrógeno), las temperaturas de una estrella con una hornalla de cocina y verá cuantas lunas tiene Saturno cuando el astrónomo en su mayoría no sabe donde ubicar las constelaciones. Parecen dos ciencias diferentes, lo importante es que se retroalimentan.

Esto nos enfrenta a otro problema, quien estudia ciencia sabe lo que quiere, y si no lo tiene en claro, no está en el lugar apropiado. Pero, ¿qué quiere el que busca ciencia divulgada? No siempre lo mismo. Actualmente tengo un grupo de alumnos cercanos a cien personas todos los sábados y sus intereses son diversos: algunos se toman muy en serio la actividad, compran libros, toman apuntes, preguntan permanentemente (a veces más de lo que quisiera) y utilizan un método de aprendizaje metódico. Otros, buscan distracción, salir de sus problemas cotidianos enfrentándose a un tema que les gusta y que nada tiene que ver con sus actividades de la semana, un tercer grupo busca compañía, buscan el grupo, a la gente con quien compartir intereses comunes, es un objetivo más social. Todos son válidos.

También sus conocimientos previos son diferentes. Desde la maestra al neurocirujano y desde el ingeniero hasta la maestra pasando por el chico de ocho años y la señora de ochenta y tantos todos tienen vidas distintas, experiencias distintas y exposiciones casuales o formales a la ciencia diferentes. ¿Cómo organizar entonces una charla o una exposición? No todo está perdido, el conferencista en este caso será alguien con la suficiente cintura para amoldarse al momento, bajar o subir el nivel según las caras en su auditorio, responder según las dudas y avanzar al ritmo de los receptores. Dará una información suculenta para que aquellos informados sobre el tema se vayan con más pero explicará cada concepto desde sus fundamentos para que sean entendidos por todos. Aquí la cosa es sencilla, yo veo a mi receptor pero muy distinto será en el periodismo científico.

En el periodismo científico se le habla al “público” no poniéndose de acuerdo los autores de quién realmente se trata. Empleamos términos como “lector profano”, “hombre de la calle”, “persona común”, “conocedor medio”, “público en general” o lo más ambiguo todavía: “receptor tipo”. Jacobi y Schelle (1988) no están de acuerdo con estas clasificaciones y exigen más estudio del tema a fin de optimizar la labor desde el lado del productor del mensaje.

COMUNICACIÓN CIENÍFICA PÚBLICA (CCP)

Es un concepto introducido por Fayard en 1988. No se trata de una forma elegante de denominar al periodismo científico sino que es algo mucho más amplio que el periodismo científico. Es según Fayard un gran número de actividades que van desde las técnicas publicitarias al espectáculo y las relaciones públicas, pasando por la divulgación tradicional, el periodismo, las exposiciones, los clubes de ciencia en los colegios e incluso la manipulación de la opinión pública respecto a los temas científicos y tecnológicos.

La CCP está basada en los efectos sociales del progreso científico. Como repetiremos en este trabajo, hoy más que en cualquier otra época, nuestra vida se ve transformada a un ritmo incompresible por los estudios científicos y los avances tecnológicos que estos generan.

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¿Es tan difícil hacer periodismo sobre temas científicos?

David Barrado y Navascués

Siempre es agradable ver que los medios de comunicación, especialmente periódicos y cadenas de televisión, se hacen eco de las noticias relacionadas con descubrimientos científicos. Lamentablemente, no siempre de una manera adecuada

No creo ser un purista. Reconozco que el lenguaje periodístico es bien distinto al que utilizamos los científicos, en el cual prima la precisión y concisión frente a cualquier otra consideración. Pero en ocasiones nos encontramos con artículos periodísticos plagados de sensacionalismo. Incluso son perniciosos por la imagen que dan de la Ciencia. Como muestra, se puede ver el comentario de Benjamín Montesinos de hace unos días en este "blog" sobre los "planetas habitables", o una reciente noticia que se centra en las enanas marrones, objetos cuasiestelares que tendrían propiedades entre las propias de los planetas y aquellas de las estrellas (tema sobre el cual he centrado gran parte de mi actividad investigadora). Este artículo ya comienza con inexactitudes en el primer párrafo, al referirse al tamaño de las enanas marrones. En el tercero y en el cuarto confunde la masa con el tamaño. En el quinto afirma que los eclipses de las enanas marrones son un fenómeno muy común, a pesar de ser ésta la primera vez que se detecta este tipo de sucesos. Más adelante se dice que las estrellas de menos de diez millones de años se agrupan en la Nebulosa de Orión, lo cual no es cierto; y, para terminar, se cierra el artículo dando temperaturas en grados Celsius, cuando en realidad son en grados Kelvin (existe una diferencia de 273 grados entre ambas escalas).

Todas estas inexactitudes, medias verdades o, sencillamente, mentiras no tendrían gran importancia si no revelaran el escaso cuidado que se presta al redactar el artículo, la escasa formación científica de gran parte de la sociedad, y la casi inexistente participación de los científicos en la divulgación. ¿Les cuesta tanto a los periodistas contactar con científicos para contrastar sus informaciones o pulir sus escritos?

Al igual que a Benjamin, me entristece pensar que si detecto tantos errores en un artículo periodístico de unas escasas líneas en un tema que conozco, ¿cuántos errores aceptaré en aquellos temas que me son más lejanos, dentro y fuera de los ámbitos científicos?


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miércoles, 21 de marzo de 2007

LA TRIBUNA DE 'LA VERDAD'

Racismo: el fantasma del siglo XXI
PEDRO MANUEL HERNÁNDEZ LÓPEZ/

Se cumplen 47 años de «la masacre de Sharpeville» (Sudáfrica). El 21 de Marzo de 1960, la policía sudafricana abrió fuego por la espalda contra una multitud indefensa de mujeres, jóvenes y niños que se manifestaban pacíficamente contra las «leyes de pases» del apartheid en Sharpeville. A consecuencia de los disparos, 69 manifestantes perdieron la vida y más de 300 resultaron gravemente heridos, como resultado del exceso de la fuerza policial utilizada. La tragedia de Sharpeville condujo a la Asamblea de las Naciones Unidas a proclamar ese día, el 21 de Marzo de 1966, «Día Internacional de la eliminación de la Discriminación Racial».

La ONU, a través de este día, quiere recordarnos su propósito de combatir y erradicar, no solo el racismo y la discriminación racial, sino también la xenofobia y todas las distintas formas -relacionadas con la intolerancia, exclusión o restricción a que toda persona se desarrolle en condiciones de igualdad- que se siguen llevando a cabo en diferentes partes del mundo.


Históricamente podemos afirmar que el racismo, como ideología, surgió en la Europa del siglo XIX. No en vano fueron, Karl Von Linné y George-Louis Leclerc, quienes, con un afán meramente científico, catalogaron a todos los seres vivos -incluyendo los seres humanos- en «razas». Posteriormente, el anatomista Peter Camper publicó una «taxonomía» de las razas humanas, según la cual, los seres humanos de raza blanca se encontraban en el primer plano y los seres humanos de raza negra estaban en el último. Años más tarde, Carl Carus y Gustav Klem introducían el «factor raza» para, así, interpretar mejor la evolución de las culturas y la historia humana. Paralelamente, Retzius estableció el primer factor científico para clasificar las razas, al que llamó «factor cefálico». A partir de este momento, Joseph Arthur, en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, formuló, por vez primera, la primera teoría racista explicita en la que establecía que existían razas superiores y dominantes, y que éstas se originaban en una familia común: la raza aria.

Todas estas teorías e ideologías, que si bien ahora nos parecen ridículas, tuvieron gran impacto y acogida no hace muchos años, no solo en la Alemania del «nacional socialismo» -a través del horror del holocausto judío- sino que también fueron ampliamente aceptadas en países como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, entre otros. Lamentablemente, los seres humanos todavía no hemos aprendido ni hemos tomado plena conciencia de lo ocurrido hasta ahora, a pesar del genocidio del pueblo judío y de los magnicidios de los indios americanos, de los aborígenes australianos, de los pueblos suramericanos, de las masacres de los países africanos y, sobre todo, de las recientes matanzas étnicas en la antigua Yugoslavia. A pesar de estas duras y crueles experiencias, hoy día, siguen habiendo personas que creen en la existencia de una raza superior.

Aunque este año celebramos el 47º aniversario de la eliminación del apartheid que gobernaba en Sudáfrica, todavía hoy se dan formas, aparentemente sociales, de racismo y de discriminación racial en muchas partes del mundo; formas de racismo que una gran parte, de los más renombrados sociólogos, han calificado como «el fantasma del siglo XXI».

No olvidemos que las expresiones cotidianas y sociales de la discriminación racial, suelen adoptar múltiples y variadas «formas fantasmagóricas», expresadas a través de interacciones sutiles cara a cara, a través de ofensas nominales, el uso de etiquetas o lugares comunes despectivos, chistes racistas, miradas hostiles y sospechosas, gestos insultantes, mal servicio o negación del acceso a lugares públicos... o a través de evasivas para la interacción, el acercamiento e incluso a través de la exclusión de un grupo social determinado...

Recordemos, en este día, que millones de personas son víctimas diariamente -por quiénes son o cómo son percibidas por los otros- para así, posicionarnos solidariamente con ellas y con todas las victimas de la intolerancia, al renovar año tras, un año más, nuestro compromiso solidario y universal de eliminar la discriminación racial, el racismo, la xenofobia y todas las formas conexas de intolerancia.

Pedro Manuel Hernández López es portavoz de Inmigración del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea Regional.

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martes, 20 de marzo de 2007

Y ¿donde esta el periodismo de ciencia?

Miguel Angel de Alba

De vida o muerte. Ya lo he dicho en varias ocasiones y lo sostengo. El periodismo ambiental, el periodismo científico, se debate entre la vida y la muerte, sin siquiera haber nacido.
Desde 1722, cuando se publicó la primera sección de ciencia en la “Gaceta de México” hasta hoy, el periodismo de ciencia no ha tenido una verdadera presencia en los medios.
La de ciencia es la sección perdida, la hoja del periódico dedicada a los datos curiosos o la revista dedicada a retratar lo más variado de la seudociencia.
El periodismo de ciencia supone la publicación de noticias con una cierta periodicidad, que permitan al ciudadano entender información del entorno y tomar decisiones: cancelar un viaje a Indonesia por la gripe aviar, consumir alimentos transgénicos o usar la píldora del día siguiente. El fin del periodismo es dar un sentido a la información para poder actuar en consecuencia.
Las coberturas de ciencia no tienen nada de ciencia, nada de procesos científicos o de pensamiento científico. Lo que tienen es una recolección de datos con una serie de términos más o menos incomprensibles.


El periodismo de ciencia, que no periodismo científico, ha sido subvaluado por los medios y desdeñado por las escuelas de periodismo que no ofrecen cursos especializados. Los jefes no consideran que sea tan importante y lo relegan. Peor aún si nos referimos al tema ambiental.

Panorama del periodismo en México

Las breves secciones de ciencia en los periódicos han sido históricamente limitadas o inexistentes. Aún hoy en algunos medios mexicanos no es posible encontrar una sección dedicada a la ciencia, y menos al medio ambiente.
Los temas que más ocupan los espacios dedicados al periodismo de ciencia han sido descubrimientos médicos. Por otra parte, el deterioro medioambiental, el resto de los temas – pues ciencia no sólo es salud y contaminación – han pasado inadvertidos.
En México, el periodismo impreso lucha para mantenerse en circulación. Los bajos tirajes se explican por la pobreza de lectura de un mexicano promedio: entre medio y dos libros al año. Si se suma a esos tirajes limitados la poca costumbre de lectura y la ausencia de ciencia en el periodismo, se explica que esta especialización periodística continúe siendo un terreno inexplorado.

Divulgador o periodista, el dilema

La diferencia entre periodismo científico, periodismo de ciencia y divulgación de la ciencia supone un grande y grave dilema, porque es esencial entender que no es lo mismo un divulgador que un periodista. De entrada, el periodismo se rige por las reglas del periodismo y trata de ciencia. La divulgación se rige por otras reglas, por estilos y manejo de fuentes.
Un divulgador es un mediador entre el científico y los lectores. Si bien un periodista hace eso mismo, los temas que abordan y la profundidad con que lo hacen marca la diferencia. La inmediatez no es básica para el divulgador -aunque en la ciencia lo más novedoso siempre es interesante- y sí para el periodista. Lo urgente mata a lo importante, por eso el periodismo de ciencia es poco y se hace más divulgación que periodismo.
Piensen en un reportero que comienza su día entre nueve y diez de la mañana, que debe cubrir ruedas de prensa, entrevistas e investigar para, antes de las cinco de la tarde, llegar a escribir “un mínimo” de siete notas diarias… Y, de pilón, de ciencia.
Además, el lector de periódicos no es experto en ciencia. El lector de textos de divulgación puede no ser experto pero tiene bagaje e interés. Hay curiosidad por leer de ciencia, por eso hay espacios y hasta los tienen en hard news. Los lectores mandan correos y las estadísticas de las páginas web dedicadas a ciencia muestran que la gente sí está interesada.

Un periodismo inexistente

¿Dónde quedó el periodismo de ciencia? En otros países, porque en México no está presente, ni en la formación de los periodistas ni en los medios.
Sí hay espacios para hacer el periodismo de ciencia pero, por una parte, los periodistas no están formados para aprovecharlos y, por otra, los medios otorgan esos espacios a temas más atractivos o que generan publicidad.
La ciencia es atractiva, siempre y cuando se sepa escribir de ella. Las noticias presentados de forma parca, poco atractiva, lejana al público, no contribuyen a posicionar al periodismo de ciencia.
La sección de ciencia en los medios se limita a reproducir las notas de las agencias , sin confrontar las fuentes, contextualizarlas ni dar el método. Compran el paquete completo: nota, infografías, gráficos. Se dan sólo los resultados. Asunto arreglado, con bajo costo.
Este mal viene desde la formación del periodista. Las carreras de comunicación en México no incluyen en sus temarios la materia de periodismo de ciencia, aunque comienza a haber algunas materias optativas y diplomados. Quienes son capaces de hacer un buen periodismo es porque lo han buscado por propio interés y recursos.

Lo que el futuro nos depara

A pesar de que en la actualidad se acepta y critica la invisibilidad del periodismo en ciencia en México, se espera que en el futuro cercano los mismos avances de la ciencia empujen al periodista a verlos y reportarlos. Pero para que esto pase, los periodistas deberán estar mejor formados y los medios deberán abrir espacios.
Para que el periodismo de ciencia en México deje de ser un copiado de noticias de agencia, se necesita más preparación, más tiempo y capacitaciones constantes para los periodistas. Por un lado, hay quien plantea que el periodismo de ciencia está creciendo como va, por el camino actual, a paso lento pero seguro. Sí se ve más interés, los espacios de ciencia permanecen mientras otros desaparecen.
La otra postura señala que es necesario un cambio de raíz. En las condiciones actuales, un periodismo de ciencia en forma es imposible en México, por la variedad de temas a tratar en un período muy corto, cobrando cinco mil pesos al mes. Los medios deben comprometerse a profesionalizar a sus periodistas de ciencia: darles tiempo, herramientas de preparación para lidiar con un periodismo especializado.
Y este aspecto deben visualizarlo también los investigadores. Deben salir de su búnker y hablar con el periodista, invitándole a conocer, a prepararse, a investigar. Para ello, ambos –periodista e investigador- deben estar conscientes de que de estos encuentros no saldrán las siete notas diarias ni, en principio, la nota principal del medio. El camino es largo, comencemos a caminar.
Por lo tanto, hay dos escenarios futuros para el periodismo de ciencia en México, uno más esperanzado que otro, pero ambos dando importancia al tema de la ciencia, que debe convertirse en una fuente cotidiana de noticias.
La ciencia es más legítima que otras fuentes por el impacto que tiene en la sociedad, pero entre los editores y dueños de medios en México son mayoría quienes se rehúsan a ver la importancia de la ciencia y se agarran del dogma de ‘eso no es nota, eso no vende, eso no interesa’, y nos mantienen a dieta de grilla, escándalos, farándula y deportes. O dicho en lenguaje coloquial: a pan y circo.

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La Noticia en la Era del Dinero

Diana B. Henriques
Redactora de Finanzas de The New York Times


Desde principios de los años 80, la economía estadounidense comenzó a crecer en armonía con los mercados, creando empleos y riqueza. La autora explora cómo han cubierto los periodistas esta era del dinero y cómo han bregado con sus viejas tentaciones.


En 1980 trabajaba yo en Nueva Jersey como reportera investigadora en el periódico Trenton Times, tratando de desenredar los ángulos locales del "Abscam", la absurda celada en la que el FBI filmó en secreto a miembros del Congreso mientras aceptaban sobornos de agentes encubiertos que se hacían pasar por ayudantes de un jeque árabe. Para fines de 1982, yo era una reportera financiera que cubría para el Philadelphia Inquirer la crisis de la deuda latinoamericana. El observador de los medios noticiosos Dean Rotbart estimaba que en 1980 había sólo unos pocos miles de periodistas financieros. Cuando su carta noticiosa, TJFR Business News Reporter, hizo su primer conteo en 1988, éramos alrededor de 4.200 en los cincuenta periódicos y publicaciones financieras de mayor importancia en Estados Unidos.

Adiestrados para cubrir fuentes políticas, estábamos totalmente faltos de preparación para cubrir el legado económico de los años 70. Antes de que hubiéramos aprendido de memoria cuáles eran los países miembros de la OPEP, nos cayó encima la "guerra" siguiente: la campaña del presidente de la Junta de la Reserva Federal, Paul Volcker, para refrenar la inflación. Esto exigía algo nuevo: un vocabulario capaz de explicar el mortal desacuerdo entre las tasas de interés que los bancos e instituciones de ahorro y préstamo cobraban cuando prestaban o tomaban prestado, una comprensión de las relaciones entre riesgo y recompensa, y por lo menos una idea rudimentaria de quién regulaba los bancos, las instituciones de ahorro y préstamo, los fondos del mercado del dinero y las anualidades de las compañías de seguros. No fue nuestra hora más gloriosa, para decirlo en términos suaves.

El lado brillante de este viaje frenético, en el que hubo que aprender en pleno vuelo, fue que cada día de trabajo traía consigo una nueva oportunidad de estirarse y crecer. Una consecuencia menos satisfactoria de nuestra odisea fue que tenemos que trepar constantemente la pendiente empinada de la curva de aprendizaje. Nuestra ignorancia inicial dificultaba el escepticismo y el análisis independiente. Y con demasiada frecuencia, antes de que pudiéramos arreglárnosla para producir los artículos lúcidos, profundamente informados que lo deleitan a uno cuando se llega a la cima de la curva de aprendizaje, entrábamos otra vez en territorio desconocido.

La tecnología, más que nada, lo que hace es sacudir la embarcación desde la cual tratamos de cubrirla. Ya no somos simples periodistas, algunos de nosotros somos ahora "proveedores de contenido de medios noticiosos múltiples". En 1980, buscar en los archivos significaba revisar sobres abultados y llenos de frágiles recortes; hoy, todos los artículos están a un "click" de distancia. En aquel entonces, la única manera en que yo podía despachar un artículo desde fuera de la sala de redacción era dictarlo desde un teléfono público a alguien que lo copiara. Hoy, dicto mis artículos a un programa que reconoce mi voz y que está instalado en una computadora portátil, y lo envío por correo electrónico, y más tarde verifico, a través de mi teléfono celular, si la mesa de correcciones tiene alguna pregunta que hacer.

En las buenas ocasiones, creo que esta notable bonanza de las noticias financieras ha producido un cuerpo de periodistas financieros de profundidad y alcance sin paralelo, y que la tecnología de hoy simplemente nos faculta a hacer más, mejor y con más rapidez. Pero si los mejores y más brillantes son hoy mucho más astutos en lo que se refiere a la maquinaria moderna del periodismo financiero, parecen ser mucho más ingenuos en lo que se refiere a sus antiguas tentaciones. Los que cubren la "nueva economía" para los "nuevos medios" parecen sentirse especialmente perplejos ante la idea de por qué es un problema grave invertir directamente en las industrias acerca de las cuales informan, o aceptar acciones baratas de una oferta pública inicial (OPI) ofrecidas por algún amigo, o trabajar como consultor para compañías tecnológicas.

Janelle Brown, en un artículo concienzudo que preparó para Salon a mediados de 1999, sugería que necesitamos reglas éticas nuevas "lo bastante flexibles como para anticipar nuevos problemas que, con seguridad, surgirán en esta industria en rápida marcha, donde las vidas de los periodistas se entrelazan cada vez más con la gente de quien escriben y las compañías que cubren. ¿O todos los periodistas tecnológicos tienen que aceptar, simplemente, que al unirse al cuerpo de redactores prestan juramento de repudiar las tentaciones de las riquezas tecnológicas?"

Bueno, sí. Por lo menos, las riquezas que plantean interrogantes acerca de la independencia y credibilidad del reportaje. Un periodista tecnológico puede evitar conflictos impropios, si simplemente invierte únicamente en fondos mutuos muy diversificados. (Por supuesto que en esos fondos puede haber algunas acciones tecnológicas. Pero alguien, que no es el periodista, decidirá qué acciones tener y por cuánto tiempo. Y, sí, quienes trabajan para organizaciones que están en la Internet tienen un interés personal en el sector, tengan o no acciones tecnológicas; pero, ·por Dios!, eso aparece bien claro en la tarjeta personal).

Después de todo, no se trata de cuestiones de la "nueva economía". Venderse ha sido una tentación para los periodistas desde los primeros tiempos de la república. La investigación que hizo el Congreso del colapso del mercado de valores en 1929 sacó a relucir pruebas de que los manipuladores del mercado habían pagado a reporteros neoyorkinos para que elogiaran las acciones que tenían demanda.

En su magnífica biografía de Walter Lippmann, Ronald Steel hace notar que Arthur Krock, el legendario periodista de antes de la Segunda Guerra Mundial, mientras trabajaba para el New York World Telegram en realidad tenía un segundo empleo como asesor de relaciones públicas de la firma de Wall Street de Dillon, Read.

Mantener un interés personal, no revelado, en cualquier actividad que uno debe cubrir con independencia y objetividad -- ya se trate de un movimiento político, una obra teatral de Broadway o una acción de Internet -- viola los históricos conceptos de la ética periodística. Y en cada generación ha habido periodistas sinceros pero errados que creían que, en su caso, la situación era distinta.

Uno de ellos, al igual que yo, era un emigrado del periodismo local de Trenton. En 1981 fue a trabajar en el Dow Jones News Service, y en julio de 1982, The Wall Street Journal lo contrató para ayudar a escribir la influyente columna "Heard on the Street" (Se oyó en la calle).

Se llamaba R. Foster Winans.

Como los jóvenes periodistas tecnológicos de hoy, Winans encontró que su vida pronto se "entrelazó" con la gente rica y sagaz que él cubría. Se sentía disgustado también por lo magro de la paga que recibían los periodistas. Del mismo modo, estaba seguro de que podía hacer algunas inversiones sin "permitir que mis inversiones alteren de ningún modo mi juicio en mi labor". Poco después de llegar a The Wall Street Journal, Winans compró en secreto 400 acciones de una compañía pequeña y carente de liquidez, American Surgery Centers, y luego escribió en términos positivos sobre la misma en su columna.

"Yo sabía que lo que hacía, técnicamente era antiético para un periodista", escribió en sus memorias Trading Secrets: Seduction and Scandall at The Wall Street Journal (Secretos de Negocios: Seducción y Escándalo en The Wall Street Journal), que publicó St. Martin's Press en 1986. Pero, de alguna manera, razonó que "el problema ético era puramente de apariencia... Si nadie lo descubría, nadie percibiría un conflicto potencial y, por lo tanto, yo no habría hecho nada antiético. Era un razonamiento un poquito de círculo vicioso, pero me hizo salvar el gran obstáculo".

Pronto, Winans había aceptado informar a un corredor de bolsa sobre las acciones que se mencionarían en sus columnas de "Heard on the Street", a cambio de una parte de las ganancias. El trato le produjo alrededor de 30.000 dólares, más que lo ganaba en un año en The Wall Street Journal. El periódico, indignado, informó el 29 de marzo de 1984 que los reguladores investigaban la estratagema. En junio de 1985 Winans fue declarado culpable de varias acusaciones de fraude por correo y teléfono; más tarde se lo sentenció a 18 meses de cárcel. El Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó la culpabilidad de Winans en 1987.

Aunque Winans insistió hasta el final que no había violado ninguna ley, sabía que lo que les había hecho a sus colegas periodistas. Había "confirmado las sospechas que muchos inversionistas tienen acerca de quienes escriben sobre el mercado de valores: que sacan provecho personal de la información que reciben. Comprender esto fue para mí un golpe duro".

Al recordarlo luego de 16 años, siento todavía que el asunto Winans puso para mí en agudo relieve todas las temibles tentaciones del periodismo financiero moderno. ¿Como podría alguien creer que se trataba de situaciones mal definidas? Pero Matt Welch, joven e incisivo crítico de los medios noticiosos en la Online Journalism Review, me dijo recientemente que está convencido de que los pecados de Winans, si fueran cometidos hoy, no provocarían ni una décima parte de la indignación que los medios noticiosos manifestaron en 1984.

Hizo notar Welch que cuando una periodista que acostumbraba recoger los rumores de Silicon Valley (la región de California donde están situadas muchas empresas tecnológicas) aceptó acciones baratas de una compañía que entraba por primera vez en el mercado y era que propiedad de un magnate local, muchos periodistas supuestamente sensatos, se preguntaron si ella había hecho algo malo. "Los periodistas veían que toda esta gente se enriquecía -- inclusive otros periodistas, cuando lo que decían las informaciones en línea tenía algún valor", dice. "Y muchos quedaron realmente desorientados".

Sólo puedo esperar que Welch esté equivocado. Si no lo está, no importa cuán ricos puedan llegar a ser los periodistas jóvenes en este gran bazar de las noticias financieras, el propio periodismo se empobrecerá más allá de cualquier medida.

Pero supongamos, bajo la influencia de algún licor persuasivo, que la mayoría de nosotros llegaremos hasta el promontorio rocoso del escepticismo inteligente y allí nos pondremos a extraer noticias a perpetuidad, para producir con regularidad cobertura financiera lúcida y realista. Y, además, pronostiquemos -- sí, por favor, un poco más de ese licor -- que la mayoría de nosotros lo haremos así dejando intactos nuestro honor y reputación. Aun así, estaríamos haciendo alusión a la clase de gente que somos. Y, en último término, este auge del periodismo financiero no se refiere en realidad a nosotros. Se refiere más bien a nuestras relaciones con aquéllos hasta quienes tratamos de llegar -- ya sea que los llamemos lectores, observadores o (Dios no lo permita) "mirones".

Allá en 1980, la mayoría de los nuevos redactores financieros, instintivamente, y tal vez equivocadamente, enfocaban las noticias financieras locales desde la perspectiva de los trabajadores involucrados -- después de todo, nosotros mismos éramos trabajadores con una saludable desconfianza en lo que pasaba por ser la gerencia del negocio periodístico. A medida que pasaba vertiginosa la década de los 80, nuestros "lectores" se convirtieron en "consumidores". Y al desenvolverse la década de los 90, esos "consumidores" se convirtieron en "inversionistas". Y hoy, algunos de nosotros les hablamos sólo a los inversionistas que tienen también módems de computadora.

Algo triste ha ocurrido a lo largo del camino: a medida que nuestra audiencia se ha vuelto más estrecha, también nos hemos estrechado nosotros. Las noticias financieras de hoy rara vez pulsan las cuerdas sonoras o los temas exaltantes del gran periodismo. La mayoría simplemente zumba y chilla, un clarinete alto en contrapunto con una sección rítmica de cajas registradoras y cintas de registro de cotizaciones. Los hombres y mujeres que lucharon para explicar la turbulencia económica de los años 70 -- las colas en las estaciones de gasolina y las fábricas cerradas y la aparente erosión de la competencia norteamericana -- no escribían para los consumidores o inversionistas. Escribían para los ciudadanos, para la gente que se interesaba profundamente en cómo se desenvolvía esta nación. Una audiencia que según suponían tenía preocupaciones que iban mucho más allá del desempeño de su cuenta de retiro individual y de los arreglos de alquiler de su automóvil Jeep Grand Cherokee.

No sé qué opina usted, pero yo preferiría escribir otra vez para esa gente. Sospecho que nada de lo que logremos en los años por venir en términos de competencia e integridad, importará mucho a menos que lo hagamos.


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El Periodismo en la Era de la Web

Bob Giles
Director de Nieman Reports
Fundación Nieman para el Periodismo
Universidad de Harvard



El periodismo en línea es agresivo y belicoso, pero su estilo y ciclo noticioso, que se extiende las 24 horas del día, plantean interrogantes acerca de cómo el periodismo cibernético puede ofrecer reportajes compatibles con las normas periodísticas más elevadas.


Las principales organizaciones noticiosas luchan por aplicar a la Web normas noticiosas a la antigua, pero descubren que no es fácil traducir las virtudes de la exactitud, el equilibrio y la claridad a un medio donde prevalecen las ventajas de la velocidad y la oportunidad.

La tecnología de la Web ha fortalecido las funciones periodísticas tradicionales de vigilancia, al darles a los reporteros medios eficientes de investigar más a fondo en busca de información. La capacidad de buscar documentos, recopilar antecedentes y contexto histórico e identificar las fuentes autorizadas ha ampliado la caja de herramientas del reportero. Ha introducido también una cultura fundamentalmente diferente, basada en la actividad recíproca, una menor cantidad de reglas y una menor cantidad de límites.

La velocidad y la oportunidad fueron en un tiempo los puntos fuertes de los periódicos. Las agencias noticiosas creaban su reputación cuando eran las primeras en presentar las grandes noticias, que la gente, típicamente, encontraba en sus periódicos locales. El carácter inmediato de la televisión le quitó esa ventaja a la prensa escrita. Ahora la Web ha establecido sus propias ventajas de velocidad y oportunidad; y al hacerlo así les ha permitido a los periódicos volver a la situación anterior, al poder difundir de inmediato una noticia y extender sus identidades de marca mediante innovaciones tales como las ediciones vespertinas en línea.

En la intersección del periodismo tradicional y la Web, los intentos de aplicar las normas tradicionales de la sala de redacción tropiezan con otros valores como la libertad, la irreverencia, la defensa de causas y la actitud. Los periodistas que trabajan en la Web alegan que el tono olímpico de la prensa tradicional no funciona en línea. Comparan su nuevo medio con el verdadero espíritu de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que garantiza las libertades de expresión, de prensa y de reunión. Los escribas en línea observan que su nuevo medio tiene reminiscencias de los tiempos en que los periódicos eran agresivos y belicosos.

Ann Compton, de ABCNews.com, describe la diferencia esencial entre su personal en línea y los periodistas de la red televisiva: "Nosotros escribimos con más brillantez. Usamos más cantidad de esas palabras que no figuran en los diccionarios académicos. En la cobertura en línea hay una riqueza que no puede haber en la televisión". Pueden hacerse comparaciones similares entre la Web y los periódicos diarios.

¿Es compatible esa "riqueza" con las normas supremas del periodismo? ¿Puede la naturaleza desenfrenada, provocativa e irreverente de la Web adaptarse a una cultura cuyas tradiciones han sido conformadas por un medio más sobrio, más estructurado?

El proceso de establecer normas para el periodismo en línea sigue su curso, influido por tres acontecimientos:

El primero es la realidad de que los sitios noticiosos que dominan la Web serán administrados por los viejos medios informativos -- las organizaciones noticiosas tradicionales como los periódicos diarios, revistas y redes y las principales emisoras de televisión por cable. Lo que hace que esto sea una realidad es la influencia del mercado, el que ha sido especialmente severo con los principiantes del periodismo en línea. A quienes no tienen suficiente capital o cuentan con una reputación periodística marginal o estrategias de mercado débiles, se los elimina. Entre los sobrevivientes están las organizaciones noticiosas de la corriente principal que tienen los recursos con que instalar sitios poderosos en la Web y asegurarse de que estas plataformas reflejen las normas rigurosas según las cuales se escriben y editan sus publicaciones impresas.

El segundo está representado por los esfuerzos de los periodistas en línea para diseñar normas para la Web. Online News Association (Asociación Noticiosa en Línea) ha iniciado un proyecto para desarrollar normas enérgicas, inclusive recomendaciones sobre cómo pueden aplicarse y observarse esas pautas. Una donación de la John S. and James L. Knight Foundation le permitirá a la Online News Association contratar a un director de proyecto y cumplir con la fecha límite de octubre de 2001 para presentar las pautas que recomienda. Rich Jaroslovsky, presidente de la Online News Association y director gerente de The Wall Street Journal Interactive, dice que al proyecto "lo impulsa mucho vigor". Demasiadas decisiones noticiosas en línea se toman "por intuición", dice Jaroslosvsky, "más bien que por tener una razón para decidir. Esperamos preparar un documento que no dirija, sino que persuada" no sólo a los periodistas sino también a los que trabajan en otras culturas en línea y hacen distinciones entre las noticias y el comercio.

El tercer acontecimiento, y tal vez el que tenga una influencia de más largo alcance en cuanto a normas periodísticas, es la actividad recíproca que resulta cuando los periodistas indican en la Web sus direcciones de correo electrónico. El correo electrónico puede aportar reacciones instantáneas a un artículo que acaba de publicarse, al igual que a uno que se lee en el periódico mientras se toma el café matutino. Algunos reporteros levantan barreras a esa acción recíproca con los lectores, prefiriendo en cambio no tener correo electrónico o escudarse tras un filtro que deja pasar sólo los mensajes que ellos quieren recibir.

El correo electrónico permite a reporteros y editores escuchar lo que dice la gente que puede saber algo acerca del artículo y que puede intercambiar una perspectiva autorizada, proveer fuentes adicionales o plantear la posibilidad de que el artículo pueda carecer de equilibrio o equidad. El potencial de una acción recíproca de esa naturaleza radica en que puede contribuir a elevar el nivel del desempeño periodístico.

Jon Katz, comentarista de la Web que escribe para Slashdot.com, dice: "Lo que me sorprende es el grado en el cual los lectores me responsabilizan de lo que hago. Cualquier cosa que uno escriba, se abre paso hasta la gente que más sabe acerca del tema... Lo que uno aprende es que su propia columna no es la última palabra, es la primera palabra".



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Se ha obtenido autorización que cubre la publicación, traducción y uso en la Internet. Reimpreso con autorización de Nieman Reports.

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